miércoles, 13 de julio de 2011

SEGUNDA LEY

SEGUNDA LEY: LAS DOS FASES DE LA ENFERMEDAD «NADA EXISTE SIN SU CONTRARIO» No existe día sin noche: todo funciona de modo binario. Las actividades humanas están regidas por el sistema neurovegetativo, el sistema nervioso, que está compuesto esencialmente por el sistema ortosimpático o simpático y por el sistema parasimpático o vago, cuyo nombre deriva del décimo nervio craneal, el más potente del sistema.
- Todas las enfermedades tienen dos fases. ... habitualmente de análoga duración...

A) La primera fase es la del estrés y se denomina simpaticotonía porque entra en acción el sistema simpático. Va del trauma a la resolución del problema.

B) La segunda fase va de la solución del problema a la vuelta a la normalidad, y se denomina vagotonía porque entra en acción el sistema parasimpático (vago).

La medicina oficial ha identificado cerca de un millar de enfermedades, subdividiéndolas en enfermedades «frías» y enfermedades «calientes». En las enfermedades «frías» el paciente tiene la piel fría, las extremidades frías, un continuo estado de estrés, pierde peso y no duerme de noche o, en cualquier caso, tiene alteraciones del sueño: dentro de este grupo encontramos patologías tales como el cáncer, la angina de pecho, las neurodermatitis, las psicopatologías, etc. En el grupo de las enfermedades «calientes» encontramos todas las infecciones, los reumatismos, las alergias, los exantemas, etc. Pero todo esto es inexacto: ninguna de estas enfermedades «frías» o «calientes» es de por sí una enfermedad, sino más bien una de sus dos fases. Así pues, no son ya mil, sino quinientas: y cada una de ellas presenta una fase «fría» (llamada fase de simpaticotonía) y una fase caliente o de reparación (llamada fase de vagotonía). Es siempre la «fase fría» la primera en presentarse, seguida de la «fase caliente» de reparación una vez superado el trauma. La superación del trauma es la clave para pasar a la fase de reparación. Fase de simpaticotonía o el conflicto activo Al producirse un trauma que nos coge desprevenidos, que vivimos en soledad, que continuamos rumiando y que no sabemos cómo resolver, los tres niveles del ser humano (mente, cerebro y cuerpo) entran al mismo tiempo en una fase de reacción para poder sobrevivir: - A NIVEL PSÍQUICO: el paciente sigue rumiando su problema, está permanentemente estresado, pierde el hambre, adelgaza, tiene problemas a la hora de dormir y con frecuencia se despierta durante la noche: es la fase de adaptación frente al acontecimiento inesperado. En este continuo estado de alarma todas sus energías se ven movilizadas con el sólo fin de superar el trauma. Como para decir que no es el cáncer el que hace adelgazar, sino el continuo estado de estrés. - A NIVEL CEREBRAL: se produce una especie de cortocircuito que Hamer denomina «foco», y que adopta la forma de pequeños anillos concéntricos en cierta zona del cerebro que preside el funcionamiento de un órgano determinado. Las neuronas y las células glialas del área en cuestión mueren. Mientras que las neuronas no podrán ya reformarse (pero tenemos tantas que el problema resulta irrelevante), las células glialas, especie de reserva nutritiva de neuronas, sí podrán hacerlo. Sometiendo a un paciente a una TAC cerebral sin líquido de contraste, los focos de Hamer claramente visibles para un ojo experto, permiten determinar si estamos ante una fase de conflicto activo o bien ante una de reparación, así como «leer» la historia del paciente a través de sus «cortocircuitos». Sobre la base de más de veinte mil casos examinados el doctor Hamer llegó a determinar una especie de «mapa» del cerebro, estableciendo la correspondencia entre el tipo de trauma de origen, el área afectada a nivel cerebral y el órgano físico regido por dicha área. - A NIVEL FÍSICO: el cerebro sólo puede dar cuatro órdenes: crear una masa, abrir agujeros (llamados «lisis»), bloquear, desbloquear. En la tercera ley veremos su modo de funcionamiento. Fase de vagotonia, o sea la recuperación y la reparación La intensidad de esta fase es por lo general proporcional a la primera y comienza siempre y únicamente en el momento de la solución del conflicto. Esta segunda fase está a su vez dividida en dos partes de la llamada crisis epileptoide, cuya función veremos a continuación. Antes de la crisis se produce la reparación del cerebro que concluye con la realización de la crisis epileptoide; seguidamente le toca al cuerpo proseguir en su reparación (iniciada a partir de la resolución del conflicto) hasta el completo retorno de la homeóstasis (el estado de equilibrio). En la fase de vagotonía sucede lo siguiente: - A NIVEL PSÍQUICO: es el momento en que podemos comenzar a «recobrar el aliento». El estrés desaparece y el paciente se siente invadido por una gran sensación de quietud y serenidad. El conflicto ha sido resuelto. Se recupera el apetito, el cuerpo y las extremidades vuelven a recibir calor como consecuencia  de una vasodilatación periférica y el sueño, pese a algunas dificultades a la hora de dormirse, vuelve al cabo de las tres de la madrugada, al aproximarse el amanecer. - A NIVEL CEREBRAL: en el área en que se ha producido el «cortocircuito» comienza a formarse un edema de reparación formado de sustancias nutritivas que tienen por finalidad revitalizar las células glialas, y los círculos concéntricos anteriormente visibles comienzan a desaparecer: es el inicio de la fase de reparación. Si en este momento se realiza una TAC cerebral con líquido de contraste se corre el peligro de diagnosticar erróneamente un tumor cerebral, ya que el producto de contraste vuelve opaco el edema de reparación; muchas intervenciones quirúrgicas, que alteran entre otras cosas el ritmo vibratorio fundamental del cerebro, podrían evitarse con sólo que se conociera este «pequeño detalle». Una vez concluida la reparación, el edema cerebral no tiene ya razón de seguir existiendo ni creciendo; ello perjudicaría al cerebro que por su propia naturaleza no puede dilatarse más allá de los límites de la caja craneal. Pero la Madre Naturaleza es perfecta y ha «inventado» la crisis epileptoide (en ella pueden producirse temblores, sudores fríos, estrés, evacuaciones urinarias), una especie de momentáneo retorno a la fase de simpaticotonía, que tiene por función certificar si el conflicto ha sido superado realmente; en caso afirmativo el edema será evacuado mediante una fase de diuresis, en caso negativo el conflicto oscilante, nunca superado, se manifestará con fases alternas de recaídas y resoluciones que tendrán como consecuencia la formación de un quiste cerebral en el lugar del edema. - A NIVEL FÍSICO: ya antes de la crisis epileptoide la enfermedad deja de avanzar y el cerebro se repara, pero el cuerpo no acaba de recuperar su plena funcionalidad hasta después de esta crisis. En la fase de vagotonía el paciente entra en un estado de inflamación: todas sus energías tienden ahora hacia la reparación cerebral y física; puede tener estados febriles, dolores difusos o localizados y un gran cansancio, como si estuviera chafado. También en esto demuestra la naturaleza ser extremadamente eficiente: pues, en efecto, si no existieran tales síntomas, el paciente se dedicaría a su actividad diaria desviando en parte o totalmente sus energías del objetivo principal del momento, o sea, reparar los daños. Todos los estados inflamatorios son reparaciones, incluidas las enfermedades infecciosas contra las que luchamos con todos los medios a nuestro alcance con la esperanza de matar los microbios. No obstante, la realidad es exactamente lo contrario: estamos en presencia de una fase de reparación. De todas formas, hay que tener presente que en algunos casos la fase de reparación puede ser incluso más peligrosa que la fase de enfermedad y que la crisis epileptoide presenta riesgos que conviene no ignorar para poder ayudar al paciente con todos los medios posibles, incluso alopáticos, a dar término a esta segunda fase (veremos un ejemplo de ello a continuación referido al infarto de miocardio).
«No deja de ser cuando menos extraño que en la era de la informática a nadie se le haya ocurrido que el cerebro, la central operativa de nuestro organismo, puede ser responsable de todas las enfermedades.»

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